Una joven pareja estaba duchándose cuando sonó el timbre.
– Por favor, ¡abré tú! – comentó él.
– ¡Vaaale!! – respondió ella con una sonrisa.
Ella se tapó con una toalla y abrió la puerta. Era Diego, el vecino del segundo.
– ¡Buenos días Diego!
– ¡Buenos días! – respondió el vecino del segundo, con cara de asombro.
El vecino prosiguió:
– Te doy 1.200 € si dejas que la toalla caiga al suelo.
La mujer se quedó perpleja ante la sugerencia.
– Venga, 1.200 € por dejar caer la toalla – comentó el vecino mostrando los billetes.
– Mmmm ¿Sólo la toalla?
– Sólo la toalla y consigues 1.200 €.
La mujer accedió, convencida de que era una forma muy sencilla de ganar 1.200 euros. Se desanudó la toalla y, seguidamente, el vecino miró sin reparos. Después, le dio los 1.200 €, y se despidió.
Ella, recogió la toalla, algo pasmada por la situación que acababa de vivir, volvió con su marido.
– ¿Quién era? – Preguntó el hombre.
– Era el vecino del segundo – respondió ella con gesto de disimulo.
– ¿Diego? ¿Traía los 1.200 € que le presté la semana pasada?…He querido comentarlo contigo durante dos semanas y no he sabido cómo decírtelo.
Una encuesta reciente, recoge sólo el 26 % encuentra las “conversaciones difíciles” constructivas. Tanto en el ámbito laboral como en el personal, existen múltiples momentos, en los que sentimos que deberíamos tener una conversación con alguien. En cambio, la postergamos o evitamos porque no sabemos como realizarla. Y la verdad, las consecuencias de no mantener la conversación son mucho más negativas a corto y a largo plazo.
Seguramente, en muchas ocasiones, la siguiente fórmula de cuatro pasos puede ayudarte:
Empieza preguntando por algo breve e importante. Ello le avisa al cerebro de que se le va a dar una información. Por ejemplo, “¿tienes cinco minutos para comentar la reunión de ayer?” ó “Tengo algunas ideas sobre cómo podemos incrementar la venta, ¿Quieres que las comparta contigo?”
En este primer paso conseguimos:
Detalla específicamente aquello que has visto u oído (objetivo) en expresar tus valoraciones (subjetivo). La diferencia entre expresar lo observado y expresar tu valoración es la misma que existe entre respirar y morder.
Es conveniente evitar las palabras que puedan interpretarse de varias formas, es decir, palabras confusas.
Por ejemplo: “No estás implicado en el proyecto” por “Comentaste que me enviabas el reporte a las 15 horas de ayer y no lo he recibido”
Cuando somos específicos dejamos claro a la otra persona aquello que queremos que realice.
El cerebro de nuestro interlocutor requiere que nuestro mensaje esté cargado de lógica, propósito y significado. Por ejemplo: “Al no haber recibido el mensaje, no he podido continuar con el análisis”
La idea de cerrar con una pregunta es crear compromiso y evita que la conversación se convierta en un monólogo. Toda persona que da un buen feedback es proactiva a pedirlo. Cuando mantenemos una actitud de juez no pedimos feedback y cuando pedimos feedback mantenemos una actitud de aprendiz.
¿Cómo piensas que el marido de la historia tenía que haberlo contado?