Un bar de carretera llenaba todos los días. El hijo del dueño fue a estudiar a Estados Unidos. Cuando el hijo volvió, avisó a su padre que en la Universidad les habían contando que debían prepararse para una crisis que venía de forma inminente.
El joven recomendó a su padre reemplazar el delicioso jamón ibérico y el sobresaliente queso manchego que ponían por un jamón y queso ramplones para abaratar costes. Pocos días después comenzaron a mezclar café con achicoria. Al mes despidieron a parte del personal. A su vez, decidieron apagar el luminoso letrero, visible desde la carretera, con el fin de ahorrar electricidad.
Poco a poco la afluencia de personas fue disminuyendo hasta que llegó el día que nadie entró en el bar. El padre comentó a su hijo: ”Menos mal que fuiste a Estados Unidos y me advertiste, porque la crisis ha llegado.
Pienso que las decisiones que tomamos nos llevan a crisis irrefrenables. Solemos dedicarnos más a hablar de los problemas que a trabajar las soluciones de los mismos. El primer paso para obtener soluciones es hacernos nuevas preguntas y salir del bucle generado por los obstáculos.
Te comparto algunas preguntas que suelo plantear con mis clientes:
¿Qué preguntas puedes añadir a las existentes?