Alfred había nacido en el siglo XIX. Estudió Química, estaba muy concienciado con la Seguridad Laboral. Su propósito era el perfeccionamiento práctico de explosivos para usos pacíficos. La culminación de todo ello fue la invención de la dinamita.
Alfred odiaba la guerra y el uso que que se le estaba dando a su descubrimiento, mientras pensaba en inventar algo que impidiera las guerras.
Un día, uno de sus hermanos murió durante una explosión en una de sus fábricas.
En un principio, se pensó que era Alfred el que había fallecido.
Alfred pudo leer los titulares de la prensa al día siguiente. Pudo ver como sería recordado después de su muerte. La prensa se centró en los usos bélicos de la dinamita, en la destrucción y muertes que ocasionaba. Le tachaban como una especie de “Señor de la Guerra”.
Todo aquello inspiró a Alfred para rediseñar y cambiar su vida. En su testamento dejó definido su propósito de vida fomentar la paz y combatir la guerra. Alfred Nóbel dispuso que las rentas de su fortuna fueran distribuidas anualmente en cinco premios que debían adjudicarse a aquellas personas que hubiesen aportado valiosos en los campos de la química y física, medicina, economía, la literatura y la paz entre los pueblos.
Te propongo que realices el siguiente ejercicio:
En una frase, ¿Qué querrías que recordaran de tu paso por el mundo?
Después de reflexionar sobre todo ello, ¿Hay algo en tu vida y en tu manera de ser que quieres cambiar?
Si es así, perfecto. Estoy seguro que estás a tiempo.
Francisco Samblás